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Un día en Codice Software

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Creo que fue en septiembre cuando vi la mejor oferta de trabajo que he visto en mi vida, en Codice Software, y no pude evitar echarles el currículum. Eso es lo que tienen las acciones sin pensar: que asumes muchas cosas que no tienen por qué ser así.

Empleo

Para empezar, supuse que estaban en Madrid. Yo vivo en Ciudad Real, así que era posible. Sin embargo estaban en Valladolid y eso lo hacía mucho más complicado.

Para continuar, recientemente me habían llamado de no pocas consultoras, ofreciéndome trabajo. Incluso habiéndome llamado ellos, todo eran problemas, disculpas, etc. Sin embargo en Codice ocurrió todo lo contrario: aunque yo me disculpé porque estaba muy lejos, ellos me ofrecieron alternativas, teletrabajo,… ¿Podía ser que existiera una empresa así? ¿Podría ser que existiera en España?

¿Y a qué se dedican en Codice? Pues nada más y nada menos que a crear herramientas para desarrolladores, en concreto, un sistema de control de versiones distribuído. Por lo visto, tiene un sistema de mezcla de ramas mejor aún que el de Git o Mercurial; permite el seguimiento de un método en el histórico, aunque éste haya cambiado de posición; la interfaz es bastante intuitiva y chula; mirrors de sólo una parte del servidor principal, … Vamos, todo un reto de programación.

Tras un buen puñado de mails terminé quedando con ellos en ir a hacer la entrevista de trabajo a Valladolid. Me pusieron todas las facilidades del mundo, sacándome los billetes de tren e incluso recogiéndome en la estación.

Cuando llegamos a la oficina, me hicieron la primera entrevista, donde habló más Pablo que yo, contándome lo que hacen y cómo lo hacen. Yo no podía creer que una empresa tan puntera pudiera estar en España, ni que pudieran hacer las cosas como las hacen.

Poco después me ofrecieron un chocolate con churros. Sí, una entrevista de trabajo comiendo chocolate con churros. ¿Surrealista? Un poco, la verdad :D Pero fue entonces cuando comenzó la entrevista de verdad, entre Pablo y Rubén. Me hicieron preguntas serias, para ver cómo me desenvolvía en varios campos, y creo que terminaron bastante satisfechos, o esa fue mi impresión.

Después, me puse a trabajar con Rubén, como si llevara toda la vida allí. Me estuvo enseñando cómo resolvían las incidencias, y fue algo que me fascinó. ¡Con qué elegancia aplican todos los conceptos que he visto en la carrera! Sobre todos aquéllos que veía como inútiles, como una pérdida de tiempo. Por ejemplo, las incidencias se publican con las preguntas más básicas: un título y una descripción, y después 3 desplegables con tres preguntas sobre la criticidad de la incidencia, pero no con puntuaciones subjetivas, sino con respuestas perfectamente objetivas, tales como “El cliente está parado”. Cada respuesta está ponderada, obteniendo entre las 3 un valor de 0 a 100 que permite ordenar las incidencias por criticidad. Sin ambigüedades. ¿Esto no es Pert? Sí, pero aplicado de una manera muy sencilla y útil.

Además tuve la suerte de asistir a un Scrum. Rubén abrió un wiki y cada uno comenzó a decir lo que había hecho y lo que iba a hacer a continuación. En 10 minutos habían acabado. Tienen tanta práctica, que casi fue un dictado, salvo alguna cosa que no le cuadró a Rubén y preguntó por ella. En breve se aclaró y cada uno a su trabajo. Después de una pasada corrigiendo faltas tipográficas, queda registrado el Scrum del día. Fácil y sencillo. Esto permite también cumplir CMMi, ya que queda claro qué se va ha hacer y qué se ha hecho, y queda documentado. Me pareció increible la facilidad para cumplir cosas que me parecían imposibles.

También tuve la suerte de programar un rato con otros miembros del equipo, viendo cómo trabajan. No hacen nada que no esté en el sistema de control de incidencias, aunque sean problemas que han encontrado ellos. Así todo queda documentado y cualquiera puede saber qué están haciendo.

El buen rollo que tienen entre ellos también se notaba, en bromas simpáticas, a lo largo de todo el día.

Cuando volví, no me lo podía creer. Parecía una empresa de otro planeta: se dedicaban al software y seguían un sistema sencillo y limpio. Tendrá sus problemas, como todo, pero puedo aseguraros que es lo mejorcito que he visto hasta ahora.

Me ofrecieron todas las facilidades para irme a trabajar con ellos. Desgraciadamente, me dio miedo. Pasar una temporada en Valladolid, que yo preveía mayor de la que ellos me decían, y después teletrabajo a diario se me hacía muy duro. Yo creo en el teletrabajo, y creo que un día o dos a la semana pueden ser muy beneficiosos, pero todos los días… Eso se me hacía muy duro.

Tras postergarlo todo lo que pude, tratando de convencerme de que podía hacerlo, tuve que rechazar la oferta. Pero… ¡Cuánto me hubiera gustado trabajar de esa manera! Quién sabe… Quizá algún día (Pablo: ¿Para PlasticSCM 6? :-P).

El caso es que, aunque al final no pudo ser, no podía dejar de escribir esta entrada, como homenaje a estos profesionales que trabajan en el Boecillo, Valladolid, haciendo software de calidad. ¡Un saludo por vosotros!